La soledad se extiende a niveles problemáticos en muchos países, según un estudio.

No importa cuántas veces se haya dicho, es un hecho innegable que la pandemia del COVID-19 fue una que se salió de control y trajo consigo no únicamente la pérdida de seres queridos, sino también un aumento de la soledad entre otras cosas.

Un análisis reciente descubrió que la soledad estaba extendida a un nivel problemático en muchos países.

El análisis de los datos de 113 países y territorios durante el periodo 2000-19 se publicó en “The BMJ”

Los resultados identificaron importantes lagunas en los datos, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios, y una variación geográfica sustancial en la soledad, con los países del norte de Europa mostrando sistemáticamente niveles más bajos en comparación con otras regiones.

Datos existentes muestran que la soledad no únicamente afecta a la salud mental y el bienestar, sino que también está relacionada con una serie de problemas de salud física y una muerte prematura.

Una estimación reciente realizada por investigadores estadounidenses sugería que un tercio de la población de los países industrializados experimentaba soledad.

Una de cada 12 personas experimentaba soledad a un nivel que puede provocar graves problemas de salud.

Pero aún no estaba claro el grado de extensión de la soledad a escala mundial.

Un equipo de investigadores australianos dirigidos por la Universidad de Sidney se propuso resumir la prevalencia de la soledad en el mundo para ayudar a los responsables de la toma de decisiones a calibrar el alcance y la gravedad del problema.

La soledad se extiende a niveles problemáticos en números

Para ello, han buscado en las bases de datos de investigación y han encontrado 57 estudios de observación con estimaciones nacionales sobre la soledad en 113 países o territorios entre 2000 y 19 años.

Se disponía de datos:

  • Adolescentes (12-17 años) en 77 países o territorios,
  • Jóvenes (18-29 años) en 30 países,
  • Adultos de mediana edad (30-59 años) en 32 países
  • Mayores (60 años o más) en 40 países

La cobertura de datos fue notablemente mayor en los países de ingresos altos (especialmente en Europa) en comparación con los países de ingresos bajos y medios.

En total, se incluyeron en el metanálisis 212 estimaciones de 106 países procedentes de 24 estudios.

El caso de los adolescentes, la prevalencia conjunta de la soledad osciló entre el 9,2% en el sudeste asiático y el 14,4% en la región del Mediterráneo oriental.

Los adultos, el meta-análisis se realizó únicamente para la región europea, y se encontró un patrón geográfico consistente para todos los grupos de edad.

Por ejemplo:

  • La prevalencia más baja de la soledad se observó sistemáticamente en los países del norte de Europa (2,9% para los adultos jóvenes; 2,7% para los adultos de mediana edad
  • 5,2%, para los adultos mayores)
  • La más alta en los países de Europa oriental (7,5% para los adultos jóvenes; 9,6% para los adultos de mediana edad; y 21,3% para los adultos mayores)

La pandemia del COVID-19

Los datos eran insuficientes para sacar conclusiones sobre las tendencias de la soledad a escala mundial.

Pero los investigadores señalan que incluso si el problema de la soledad no hubiera empeorado durante su periodo de búsqueda (2000-19), el covid-19 podría haber tenido un profundo impacto en la soledad.

En este contexto, afirman que “nuestra revisión proporciona una importante línea de base prepandémica para la vigilancia futura”.

Además, reconocen que su revisión está sujeta a limitaciones, como los diferentes procedimientos de muestreo y las medidas adoptadas por los estudios.

Y señalaron que las lagunas de datos en los países de ingresos bajos y medios planteaban una importante cuestión de equidad.

Sin embargo, teniendo en cuenta los efectos negativos de la soledad sobre la salud y la longevidad, los autores afirmaron que sus resultados reforzaron la urgencia de abordar la soledad como un importante problema de salud pública.

Consideraciones finales

“Los esfuerzos de salud pública para prevenir y reducir la soledad requieren una vigilancia continua y bien coordinada en diferentes etapas de la vida y en amplias zonas geográficas”, escribieron.

“Las considerables diferencias en la prevalencia de la soledad entre países y regiones exigen una investigación en profundidad para desentrañar los factores que impulsan la soledad a nivel sistémico y desarrollar intervenciones para hacerles frente”.

“The BMJ”

La soledad es costosa para los individuos y la sociedad y debería ser una prioridad política, argumentaron Roger O’Sullivan, del Instituto de Salud Pública de Irlanda, y sus colegas, en un editorial vinculado.

Mitos y factores de como se interpreta que la soledad se extiende a niveles problemáticos

Señalaron que la pandemia ha disipado el mito de que la soledad es únicamente un problema de las personas mayores, y afirmaron que las intervenciones de salud pública deben tener en cuenta este hecho y adoptar un enfoque a lo largo de la vida.

Esto significaba abordar los factores sociales y estructurales que influían en el riesgo de soledad, como la pobreza, la educación, el transporte, las desigualdades y la vivienda.

Así como aumentar las medidas de protección, como las campañas de concienciación pública que abordan el estigma y los estereotipos en torno a la soledad, valorando la implicación y la participación de la comunidad.

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